Telebasura.
NADIE ES PERFECTO.
En sus inicios, tenía tres objetivos fundamentales, en este orden: educar, informar y, por último, divertir. Por eso este tipo de televisión preocupa a sociólogos, psicólogos, educadores y a toda persona que se da cuenta de que la telebasura no educa, ni nos hace mejores, ni más comunicativos como seres humanos.
En España, a partir de 1989, con la llegada de los canales privados y algunas televisiones autonómicas es cuando se convierte en un negocio para ganar dinero, y, por lo tanto, es cuando surge de manera más notable y significativa el problema de la telebasura, porque hasta entonces solo había dos canales: la primera de Televisión Española y La dos, ambos canales eran pertenecientes al Estado, que tampoco es que siguieran al pie de la letra los tres principios, pero eran mejores porque no tenían competencia.
Desde que aparecen otros canales de televisión, que no son del Estado, es cuando se origina la división de las cuotas de audiencia y, por lo tanto, la competencia entre ellas. Cada canal quiere tener la máxima audiencia posible, porque cuantos más espectadores, más contratos consiguen en publicidad, que son los que les van a dar los beneficios. De ahí vienen también los interminables espacios publicitarios y las tiras de mensajes y anuncios durante los programas y películas.
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